La tradición dicta que, en las dos horas exactas que dura la ceremonia de toma de posesión del nuevo presidente, todos los enseres del anterior inquilino de la Casa Blanca sean empaquetados y los del nuevo se instalen. También el Despacho Oval se intenta adecuar a los gustos del nuevo presidente o, al menos, el equipo de transición de Joe Biden no ha perdido ni un minuto en sacar todo lo que recordaba a Donald Trump. Gracias a que la periodista Annie Linskey y el fotógrafo Bill O’Leay del Washington Post han podido entrar ya en el Despacho Oval del nuevo presidente, sabemos cómo se ha redecorado, qué se ha mantenido y, sobre todo, qué cuadros ha cambiado.

Primero lo que sigue igual: las cortinas. Obama había mandado instalar unas cortinas granates que a Trump no le gustaban y mandó que las cambiaran por unas amarillo dorado que habían sido usadas en la administración Clinton. Biden, de momento, las ha dejado en su sitio. También de los tiempos de Bill Clinton es la alfombra que ahora preside el Despacho Oval, en azul oscuro con una cenefa de flores en los bordes. Biden ha reconocido que le gustaba por la tonalidad tan fuerte (para mi gusto, un tanto excesiva). Ya se han despedido las banderas de todas las ramas del ejército que Trump había colocado detrás de la Resolute Desk y se ha vuelto a optar por una bandera americana y otra con el sello presidencial, mucho más sobria y elegante.

Primer cambio significativo: el retrato del presidente Andrew Jackson (el cuadro favorito de Trump) ha sido retirado. ¡Bien! Andrew Jackson está considerado el primer presidente populista y su imagen es bastante polémica: no sólo tenía esclavos, sino que firmó la Indian Removal Act, una lamentable ley que forzó el éxodo de muchos nativos americanos de sus tierras y provocó la muerte de miles de ellos (se calcula que, tan sólo de la tribu de los cherokees murieron 4.000 personas entre 1838 y 1839).

Más cambios: detrás de la Resolute Desk, la gran mesa de despacho que se usa desde los tiempos de Kennedy, hay una mesa auxiliar donde tradicionalmente van fotografías personales. Biden ha colocado allí un busto de Cesar Chavez, un gran defensor de los derechos de los trabajadores y todo un referente para la izquierda americana. A la derecha de la mesa, hay un precioso retrato de Benjamin Franklin (quiere representar la intención de Biden de defender la ciencia y seguir los consejos científicos en sus decisiones). Muy cerca, en una de las estanterías, hay un trozo de roca lunar (para recordar “ a los americanos la ambición y logros de las generaciones pasadas”).
En un lado del Despacho Oval, justo enfrente de la Resolute Desk, se han instalado cinco magníficos retratos. En medio han puesto el de Franklin D. Roosevelt, el presidente que tuvo que lidiar con la Gran Depresión que azotó los Estados Unidos durante los años treinta. A su izquierda van los cuadros de George Washington y de Abraham Lincoln; a su izquierda, los retratos del Secretario del Tesoro Alexander Hamilton y del presidente Thomas Jefferson. La disposición de los cuadros no es casual: Hamilton y Jefferson siempre estaban discutiendo pero fueron capaces de llegar a acuerdos, por lo que colocarlos juntos quiere significar “que las diferencias de opinión, expresadas dentro de los márgenes de la República, son esenciales para la democracia”.

A la izquierda: retrato del presidente Thomas Jefferson pintado en 1800 por Rembrandt Peale (1778-1860). El retrato fue adquirido durante la renovación de la Casa Blanca por Jackie Kennedy y fue pagado por Rachel Mellon, una multimillonaria amiga de los Kennedy. A Jackie Kennedy le encantaba este retrato y llegó a reconocer que era su cuadro favorito de la Casa Blanca.
Más simbolismo: Biden ha puesto bustos del reverendo Martin Luther King Jr y de Robert F. Kennedy (figuras claves en la defensa de los derechos civiles), de Rosa Parks, de Eleanor Roosevelt y del senador Daniel Webster (un gran defensor de la Unión en tiempos de la guerra civil estadounidense). También hay una escultura de un caballo y un jinete realizada por Allan Houser, de la tribu Chiricahua Apache, y que perteneció al difunto senador Daniel K. Inouye, de Hawai, el primer estadounidense de origen japonés que sirvió tanto en el Congreso como en el Senado.
- Artículo de Ana Polo Alonso.